Cuando les hablaba
"Miren la cara que tienen. Unos días que no las atiendo y ya están como enojadas, con aire de abandonadas. Y usted, ¿quién se cree para invadir espacio ajeno? Cuando la traje era discretita, respetuosa, y ahora parece gorda en butaca: desbordando por los cuatro costados. Y usted, todo lo contrario: se parece a la flaca de la esquina, que de tanto hacer dieta tiene aspecto de sombra más que de persona. ¡Caramba!, me ausenté por cuestiones de salud. ¡Aprendan de esta belleza que soporta todo erguida, rozagante. Algún día me van a cansar y las voy a regalar!... Sí, sí, al primero que pase, ya van a ver. No ven que ya estoy vieja para estar pendiente de ustedes todos los días". Estas palabras de mi abuela nadie las entendía como destrato porque así era ella cuando hablaba con sus plantas.