El espejo

28.08.2019

Sentada frente a mí en la sala de espera de la ginecóloga, así la vi. Ella me sonrió y al comienzo supuse que era por pura amabilidad, hasta que relacioné esa sonrisa con el pasado y se me dibujó Nora en el recuerdo. Resultaba difícil reconocer a la sensual Nora en una cara con más colores que adorno de carnaval y una cabeza con hilachas de tinte zanahoria. En su boca, pintada y repintada con dedicación, asomaban, con cada sonrisa, unos incisivos de diferente coloración. "Tiene que cambiar de dentista", fue lo que pensé, en el mismo momento que percibí la agitación en su barriga de pelota desinflada.

La voz de la ginecóloga sonó con un "Vilchez" y Nora se levantó, respondiendo al llamado, no sin antes lanzarme con voz casi jocosa: estás re vieja y achacada pero te reconocí de inmediato. Me dio gusto verte.