Que llueva, que llueva
"Traeré la lluvia", dijo el candidato en su campaña y las redes ardieron con los insultos de los agricultores que soportaban una sequía de nueve meses. "Si el pueblo nos vota, sembraremos nubes en el cielo", redobló la apuesta el candidato y le respondieron con una camionada de tierra reseca en la puerta de su casa.
A pesar de todo, el candidato ganó y a los quince días llovió. Los colonos lo llamaron casualidad, pero los meteorólogos aclararon que no había ninguna lluvia prevista en los pronósticos. A los quince días otra lluvia ablandó los terrones. Los agricultores con su acostumbrado escepticismo, desconfiaron del gobernador y hasta del cielo, pero aprovecharon la racha acuosa y sembraron por doquier.
Después de la cosecha, el ministro de agricultura le susurró al gobernador: "che, ya no hay guita para los aviones que siembran nubes; ¿qué vamos a hacer si viene otra temporada de sequía?". "Culpar a los del campo por la falta de confianza", fue la respuesta.